Las técnicas de medicina nuclear más comunes se centran en dos grandes áreas médicas: diagnóstico y terapéutico.
Diagnóstico
Las técnicas de diagnóstico se basan en los radiofármacos o trazadores, que son sustancias que, introducidas en el organismo, permiten su seguimiento desde el exterior. El trazador se fija en un tejido, órgano o sistema determinado. Mediante la utilización de una gammacámara se obtienen imágenes de dicho órgano, que no son únicamente morfológicas, sino funcionales y morfo-funcionales. En los últimos años, gracias a la tomografía por emisión de positrones (PET), los estudios han pasado a ser moleculares.
Los trazadores reciben este nombre porque se administran en dosis muy pequeñas, que no tiene ninguna acción fármaco-terapéutica, ni efectos secundarios, ni reacciones adversas graves.
En la actualidad están disponibles cerca de 100 radiofármacos, que permiten el diagnóstico precoz en patología ósea, cardiología y oncología, así como en infecciones y nefrología.
Terapéutico
Desde el punto de vista terapéutico, la medicina nuclear tiene sus principales aplicaciones en el cáncer de tiroides, el hipertiroidismo y el tratamiento del dolor óseo.
Actualmente se hallan en fase de investigación radiofármacos para tratar más de 35 enfermedades y se espera que la mayoría de estos fármacos estén en el mercado próximamente.