La cirugía radioguiada, como ya sabemos, es una obra, en la que hay muchos actores, siendo el protagonista el paciente. Algunos se ven más y otros nos vemos menos, pero todos tenemos la misma importancia, ya que sin una de esas piezas, no funcionan el resto.
Ya hace tiempo que en Medicina Nuclear hemos entrado con nuestras máquinas dentro de los quirófanos, haciendo “visible” la radiación en el acto quirúrgico, añadiendo a la vista y tacto del cirujano, el sonido de nuestra sonda gammadetectora y la capacidad de “ver” la radiación dentro del quirófano. Los avances no paran, y se ha conseguido superponer la visión real con la detección gammagráfica, consiguiendo una imagen en directo sobre el paciente o la pieza extirpada.
Es sobre esta pieza, sobre la que trata el articulo que comentamos. Durante el acto quirúrgico, es importante asegurarnos que hemos extirpado aquello que ibamos a buscar. Por lo tanto, en el ROLL (Radiogided Occult Lesion Localization) de pulmón, tras la confirmación de que la dosis radiactiva está debidamente colocada en la lesión con la adquisición de las imágenes SPECT/CT, tras la punción del radiologo, y la administración de la dosis del trazador radiactivo, por el médico nuclear.
Tras la extirpación quirúrgica guiada por la sonda gammadetectora y por la gammacámara portatil, podemos confirmar la extirpación de la lesión, acortando el tiempo quirúrgico, al no tener que esperar la confirmación intraoperatoria por parte de Anatomia patológica.